Municipio de Pozo Alcón

Pozo Alcón, aventura y serenidad en la Sierra de Cazorla

Entre montañas que guardan el eco de los siglos y aguas que fluyen como espejos turquesa, Pozo Alcón emerge como un rincón donde la naturaleza dicta el ritmo de los días. Situado en el extremo sur del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas —el mayor espacio protegido de España—, este municipio jiennense es mucho más que un punto en el mapa: es la puerta viva hacia un mundo donde la aventura y la serenidad conviven en perfecta armonía.

Aquí, cada sendero invita al descubrimiento, cada río ofrece un respiro, y cada aroma de pino y tomillo despierta una sensación de regreso a lo esencial. Pozo Alcón no busca deslumbrar con monumentos, sino con experiencias. Su patrimonio más valioso no está hecho de piedra, sino de agua, aire y silencio.

Pozo Alcón, aventura y serenidad en la Sierra de Cazorla

El reino del agua: el corazón azul de la Sierra

El agua es la esencia de Pozo Alcón, la fuerza invisible que ha moldeado sus montañas, alimentado sus bosques y dado vida a su identidad. En este rincón del sur de Cazorla, el agua no es solo un elemento del paisaje: es su alma. Fluye con carácter y constancia, reflejando los cielos claros, los pinares infinitos y la calma que define la Sierra del Pozo.

Viajar aquí es seguir el curso del agua, desde los nacimientos escondidos hasta los embalses que descansan entre montañas. A su paso, el visitante descubre un mosaico de ecosistemas donde conviven la aventura, la contemplación y el respeto por un entorno natural que se mantiene, aún hoy, extraordinariamente puro.

El agua en Pozo Alcón es más que un recurso natural: es un hilo conductor de experiencias. Une a quienes buscan emociones fuertes con los que desean simplemente escuchar el rumor del río o sentir la frescura de una poza entre las manos. Por eso, quienes visitan este territorio lo hacen atraídos por su color azul —profundo, cristalino, cambiante— y por el sosiego que transmite.

El Embalse de la Bolera: una joya turquesa entre montañas

A pocos kilómetros del núcleo urbano, el Embalse de la Bolera se extiende como un espejo turquesa entre laderas cubiertas de pinos y encinas. Este embalse, construido entre 1960 y 1978 sobre el cauce del río Guadalentín, es el corazón azul de Pozo Alcón y uno de los paisajes más fotogénicos del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas.

Desde el Mirador de Peña Quesada, la vista es sobrecogedora: un mar interior que refleja las nubes, rodeado de crestas y bosques que parecen sumergirse en el agua. En los días de calma, el silencio solo se rompe por el vuelo de un águila o el chapoteo de un pez en la superficie.

Pero la belleza de La Bolera no es solo estética. Bajo sus aguas se esconde una maravilla geológica poco conocida: la cueva sumergida PB-4, de más de 9 kilómetros de longitud, considerada el verdadero nacimiento del río Guadalentín. Este fenómeno natural convierte al embalse en un enclave único, donde la ciencia, la historia y el misterio convergen.

Su entorno está preparado para el disfrute responsable: áreas recreativas como El Hoyo de los Pinos, zonas de baño señalizadas, rutas panorámicas y espacios para practicar deportes acuáticos como el piragüismo, el paddle surf o la pesca deportiva. Las aguas, libres de contaminación, son el hábitat de la trucha común y de la nutria, símbolo de pureza ecológica.

Explorar la Bolera en kayak al atardecer es una experiencia difícil de describir: el reflejo dorado del sol sobre el agua, el eco del bosque y el silencio que solo interrumpe el remo marcando el ritmo del viaje.

El Guadalentín: la arteria viva de la Sierra del Pozo

De las entrañas de la sierra nace el río Guadalentín, que atraviesa todo el término municipal y da forma a su geografía y su vida. Su nombre, de origen árabe (“río de los valles”), define con precisión el carácter de este paisaje.

El Guadalentín es mucho más que un cauce: es una arteria de agua clara que ha labrado durante siglos un escenario de desfiladeros, cascadas y barrancos. En su tramo más emblemático, justo aguas abajo del embalse, el río se encajona para formar el impresionante Barranco de la Bolera, un cañón de paredes verticales esculpidas por la erosión y el tiempo.

Este paraje es el escenario perfecto para los amantes del barranquismo. Guiados por monitores locales, los aventureros se adentran en un recorrido acuático que combina saltos a pozas, rápeles, tramos de nado y pasos entre formaciones de piedra que parecen obras de arte natural. El descenso, de unas tres horas y media, es una experiencia que despierta todos los sentidos: la adrenalina del salto, la textura fría de la roca, la transparencia del agua que invita a perderse en ella.

Pero el Guadalentín también ofrece momentos de calma. En los márgenes del río, la vegetación crea una galería verde donde crecen álamos, sauces y fresnos. El canto del mirlo acuático y el movimiento sigiloso de la nutria son señales inequívocas de que aquí la naturaleza sigue su propio ritmo, intacta y serena.

Guazalamanco y Peralta: los ríos que cuentan historias

Más pequeños en tamaño, pero igual de cautivadores, el Arroyo Guazalamanco y el Río Peralta son joyas que merecen una visita pausada. Ambos conforman un microcosmos de belleza accesible, ideal para quienes buscan un encuentro íntimo con la naturaleza.

El Arroyo Guazalamanco fluye entre paredes de roca caliza, creando una sucesión de cascadas y pozas de un verde esmeralda hipnótico. Su sendero, corto y sombrío, es perfecto para caminar en familia o disfrutar de una sesión fotográfica entre reflejos de agua y luz. La ruta culmina en la Cascada del Dique, una caída de agua que, con el paso de los años, ha sido colonizada por musgos y helechos, dando lugar a una composición natural que parece sacada de un cuadro impresionista.

Por su parte, el Río Peralta es un lugar que respira paz. Sus aguas frías y cristalinas forman remansos ideales para el baño, rodeados de praderas y antiguos molinos harineros. Aquí, el viajero puede sumergirse en la esencia del “turismo slow”: caminar sin prisa, escuchar el murmullo del agua y dejarse llevar por la sensación de estar en un paraíso sin artificios.

El Nacimiento de Peralta, donde el agua brota directamente de la roca, es uno de los rincones más fotogénicos de la comarca. Además, este tramo del río constituye el coto intensivo de pesca de trucha más largo de Andalucía, lo que demuestra la calidad excepcional de sus aguas.

Agua y sostenibilidad: un legado que proteger

El agua es la razón de ser de Pozo Alcón, pero también su mayor responsabilidad. Cada sendero, cada cascada y cada poza dependen del equilibrio delicado de su ecosistema. Por eso, el turismo sostenible es aquí una filosofía compartida.

Las rutas están señalizadas para minimizar el impacto ambiental, los visitantes son invitados a recoger sus residuos, y las empresas locales promueven prácticas respetuosas con el medio ambiente. La pureza de las aguas del Guadalentín y de los arroyos cercanos no es un milagro: es el resultado de la conciencia colectiva de una comunidad que entiende que el agua no se posee, se cuida.

Al final, quienes se adentran en este “reino del agua” no solo descubren paisajes espectaculares: se reconectan con un valor ancestral, el del respeto por lo que nos da vida. En Pozo Alcón, cada gota cuenta una historia, y cada historia nos recuerda que la naturaleza, cuando se la escucha, siempre tiene algo que enseñar.

Embalse_de_La_Bolera,_Pozo_Alcón,_Jaén

Senderismo entre higueras, cumbres y miradores infinitos

Caminar por Pozo Alcón es una invitación a escuchar el silencio. Aquí, los pasos sobre la tierra no son solo movimiento: son diálogo. El aire huele a pino y romero, el sonido del agua acompaña en cada curva y el horizonte parece no tener fin. Este territorio es un santuario para los caminantes, un lugar donde cada ruta ofrece una nueva mirada sobre la Sierra del Pozo y su naturaleza indómita.

El senderismo en esta comarca no es una actividad deportiva más: es una forma de encuentro. Con uno mismo, con el paisaje y con una tierra que todavía conserva la pureza de lo auténtico. La variedad de recorridos —desde paseos suaves junto a ríos hasta ascensos desafiantes por cumbres y barrancos— permite que cada viajero encuentre su propio ritmo.

El visitante descubrirá que el andar aquí no se mide en kilómetros, sino en sensaciones: la sombra húmeda de un bosque encantado, el sonido lejano de una cascada o el viento que sopla en la cima del Pico Cabañas. Pozo Alcón es un lugar que se explora con los pies, pero se comprende con el alma.

El Bosque Encantado de Higueras y la Ruta de Peralta: un paseo entre agua y raíces

De todas las rutas que ofrece Pozo Alcón, esta es quizá la más simbólica, la que mejor resume su espíritu: naturaleza, agua y magia en equilibrio perfecto.

El Bosque Encantado de Higueras es un lugar que parece detenido en el tiempo. No es un bosque al uso, sino una formación natural única donde las higueras han crecido entrelazando sus ramas hasta formar una bóveda vegetal. A través de ella discurre un pequeño arroyo que refleja la luz como si fueran destellos de cristal líquido. Cruzar los puentes de madera bajo esta cúpula verde es como adentrarse en un cuento natural, un espacio de silencio y frescura incluso en los días más calurosos del verano.

Desde allí, el camino se enlaza con la Ruta de Peralta, una senda fluvial de dificultad baja que serpentea junto al río Guadalentín. Su trazado, prácticamente llano y rodeado de vegetación de ribera, es perfecto para quienes buscan una experiencia relajante sin renunciar a la belleza escénica. El tramo final, hasta el Puente de la Tía Canaca, ofrece panorámicas que invitan a detenerse y observar el reflejo del cielo en el agua.

Esta ruta, de entre 5 y 6 kilómetros, puede recorrerse en poco más de dos horas. Es ideal para familias, parejas o viajeros que desean conectar con el entorno de forma tranquila. Durante el camino, no es raro encontrar huellas de fauna —jabalíes, zorros, ardillas— y escuchar el canto del ruiseñor entre las ramas.

Guazalamanco: la senda de las cascadas

El Arroyo Guazalamanco es uno de los lugares más visitados de la Sierra del Pozo, y con razón. Este paraje combina accesibilidad, belleza y frescura, convirtiéndose en una excursión imprescindible en cualquier época del año.

El sendero corto de Guazalamanco, de unos 3 kilómetros (ida y vuelta), recorre el tramo más espectacular del arroyo. Su recorrido, bien señalizado y de dificultad baja, permite disfrutar de una sucesión de cascadas y pozas que parecen talladas por un artista. El rumor constante del agua y el juego de luces entre las hojas crean una atmósfera casi mágica. El punto culminante es la Cascada del Dique, una caída de agua en forma de velo que cae sobre una pared de musgo, perfecta para detenerse, respirar y sentir la energía del lugar.

Para los senderistas más experimentados, la Ruta Circular del Hornico y Guazalamanco ofrece un reto mayor: más de 12 kilómetros de recorrido y un desnivel de 650 metros que recompensa con panorámicas espectaculares de la Sierra del Pozo. El itinerario parte del Aula de Naturaleza El Hornico, asciende por bosques de pino carrasco y ofrece vistas de valles y montañas que se extienden hasta el infinito. El regreso, descendiendo junto al arroyo, permite cerrar el círculo con una sensación de plenitud que solo se consigue en lugares como este.

Caminar por Guazalamanco es una experiencia sensorial total: el frescor del agua, el aroma de la resina, la textura de la roca húmeda, la quietud entre los sonidos naturales. Cada paso se convierte en una pequeña meditación, una conexión silenciosa con el entorno.

Pico Cabañas: el desafío de las alturas

A los que buscan aventura, el Pico Cabañas, con 2.026 metros de altitud, les ofrece la recompensa de tocar el cielo de Jaén. Es la cumbre más alta de la Sierra del Pozo y un mirador natural desde el que se divisa, en días despejados, toda la amplitud del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, las sierras de Castril y hasta los perfiles nevados de Sierra Nevada.

La ruta de ascenso es exigente, pero cada metro ganado ofrece una sensación de conquista personal. El camino atraviesa bosques densos de pinos laricios, zonas de matorral mediterráneo y, al aproximarse a la cima, un paisaje casi lunar donde el viento y el silencio dominan la escena. El esfuerzo físico se ve compensado por la emoción de contemplar el horizonte sin límites.

Durante el invierno, el pico se cubre de nieve, transformando el paisaje en un escenario de pureza blanca. En verano, las temperaturas más suaves de las alturas lo convierten en un refugio perfecto para escapar del calor de los valles.

Quien sube al Cabañas no solo conquista una montaña, sino una parte de sí mismo. En la cumbre, el silencio absoluto y la inmensidad del paisaje invitan a reflexionar sobre la pequeñez y la grandeza del ser humano ante la naturaleza.

Otros senderos para perderse (y encontrarse)

Además de sus rutas más conocidas, Pozo Alcón guarda un sinfín de caminos secundarios que serpentean entre cortijos abandonados, miradores naturales y antiguos caminos de pastores. Rutas como la del Nacimiento del Guadalentín, el Sendero del Hoyo de los Pinos o el Camino del Puntal del Rey ofrecen la oportunidad de descubrir la sierra desde perspectivas menos transitadas, ideales para los amantes del silencio y la fotografía de naturaleza.

Los miradores naturales —como el de Peña Quesada o el Mirador de la Alcantarilla— ofrecen vistas inolvidables, especialmente al atardecer, cuando la luz dorada tiñe los montes y el embalse de tonos cobrizos y azules.

Cada ruta es un viaje distinto, pero todas comparten un hilo común: la sensación de libertad. En Pozo Alcón, los caminos son más que trayectos; son experiencias que despiertan la curiosidad y calman el espíritu.

Senderismo consciente: caminar con respeto

En un entorno tan frágil y valioso, el senderismo también implica responsabilidad. La belleza de la Sierra del Pozo depende del cuidado de quienes la recorren. Por eso, el turismo sostenible es una parte fundamental de la experiencia.

Respetar los senderos señalizados, evitar dejar residuos, no hacer fuego y mantener el silencio para no alterar la fauna son gestos sencillos que garantizan que este paraíso siga siendo un lugar puro para las generaciones futuras.

Caminar con conciencia es también una forma de agradecimiento. En cada paso, el viajero devuelve al paisaje una parte del respeto y la admiración que este le inspira.

Conclusión: el arte de caminar despacio

El senderismo en Pozo Alcón no se trata de llegar rápido ni de batir récords, sino de caminar despacio. De escuchar, observar y sentir.
En esta tierra, donde las higueras tejen sombras y las cumbres se reflejan en el agua, el viajero descubre que el verdadero destino no está al final del camino, sino en el camino mismo.

Pozo Alcón invita a recorrerlo con los ojos abiertos y el alma tranquila. A dejar que la naturaleza marque el paso y que el silencio diga lo que las palabras no pueden.

Aquí, en la Sierra del Pozo, cada sendero es un encuentro con lo esencial: la belleza de lo simple y el poder de lo natural.

Ciervo en la Sierra de Cazorla

Aventura en estado puro: barrancos, caballos y emociones

Si hay un lugar en Andalucía donde la naturaleza parece diseñada para la aventura, ese es Pozo Alcón. Aquí, la Sierra del Pozo no solo se contempla: se vive. Es un territorio que invita a mojarse, escalar, cabalgar, volar y, sobre todo, sentir. Cada experiencia se convierte en un diálogo íntimo con el entorno, una descarga de adrenalina que se equilibra con la calma de un paisaje que lo envuelve todo.

En este rincón del sur de Cazorla, la aventura no es un espectáculo, sino una forma de conexión. Las montañas, los ríos y los valles son escenarios naturales que despiertan emociones genuinas. Tanto si eres amante de los deportes de riesgo como si simplemente buscas una experiencia activa en plena naturaleza, Pozo Alcón te ofrece una diversidad de opciones que harán que cada día sea distinto.

Barranquismo en el Barranco de la Bolera: un descenso hacia lo esencial

El Barranco de la Bolera, tallado durante milenios por el río Guadalentín, es uno de los descensos más espectaculares de Andalucía. Se encuentra a tan solo unos minutos del embalse del mismo nombre y combina lo mejor de la Sierra: agua cristalina, paredes verticales y un entorno de belleza sobrecogedora.

El recorrido, que dura entre tres y cuatro horas, atraviesa pozas profundas, cascadas y pasos angostos donde el sol apenas se filtra entre la roca. Durante el descenso, los participantes realizan rápeles de hasta 15 metros, saltos opcionales a pozas naturales y tramos de nado y escalada ligera, todo ello acompañados por el sonido constante del agua y el eco del viento en el cañón.

Las empresas locales, con guías experimentados y equipos homologados, ofrecen una experiencia segura y adaptada a todos los niveles. Los principiantes descubren un reto asequible lleno de emoción; los más experimentados, un recorrido técnico y fascinante.

La sensación de superar cada obstáculo, de avanzar entre la piedra y el agua, es indescriptible. Al salir del cañón, el cuerpo se siente cansado, pero el alma ligera. Esa es la magia del barranquismo en Pozo Alcón: una mezcla perfecta de adrenalina, naturaleza y libertad.

Aventuras acuáticas en el Embalse de la Bolera

El mismo embalse que ofrece calma a los que buscan serenidad, se transforma en un paraíso para quienes prefieren la acción. Las tranquilas aguas del Embalse de la Bolera son ideales para disfrutar de piragüismo, kayak o paddle surf, actividades accesibles y sostenibles que permiten explorar el entorno a un ritmo diferente.

Desde la superficie, el visitante puede admirar las montañas reflejadas en el agua, acercarse a pequeñas calas escondidas y dejarse mecer por el suave movimiento del lago. En las horas doradas del amanecer o el atardecer, remar aquí se convierte en una experiencia casi meditativa: el sonido del remo, la brisa fresca, los rayos de sol jugando con las ondas del agua.

Las empresas de turismo activo de Pozo Alcón ofrecen alquiler de material y rutas guiadas con distintos niveles de dificultad, desde paseos familiares hasta travesías de media jornada. Además, durante los meses de verano, se organizan excursiones nocturnas en kayak bajo la luz de la luna, una experiencia única que combina aventura, contemplación y silencio.

Rutas verticales, tirolinas y vías ferratas: emoción con vistas

Para los amantes de la altura, Pozo Alcón también ofrece experiencias que elevan el pulso —y la mirada— hacia el cielo. En las paredes de roca que rodean la Sierra del Pozo se encuentran vías ferratas equipadas y seguras, ideales para quienes desean iniciarse en la escalada sin necesidad de experiencia previa.

Estas rutas verticales permiten ascender con la ayuda de peldaños y cables de acero, siempre bajo la supervisión de monitores especializados. Desde lo alto, las vistas son sobrecogedoras: el embalse de La Bolera, los valles boscosos y las cumbres del Parque Natural se abren ante los ojos como una pintura viva.

Otra experiencia imperdible es la tirolina del Puente de la Tía Canaca, una de las actividades estrella para grupos y familias. Cruzar el valle suspendido en el aire, sintiendo el viento en el rostro y el corazón acelerado, es una descarga de energía pura que deja una sonrisa difícil de borrar.

Completan la oferta el rápel, el tiro con arco y los circuitos multiaventura, diseñados para todo tipo de edades y niveles. Son actividades perfectas para combinar en una escapada rural, especialmente en compañía de amigos o en viajes en familia.

Rutas a caballo: el ritmo sereno del paisaje

Para quienes prefieren una aventura más pausada, las rutas a caballo son una forma maravillosa de explorar los senderos de Pozo Alcón desde otra perspectiva. A lomos de un animal noble y tranquilo, el viajero se adentra en caminos de tierra que serpentean entre encinas y olivares, respirando el aroma de la sierra y el sonido de los cascos sobre el suelo.

Las escuelas ecuestres y centros rurales de la zona ofrecen itinerarios adaptados a todos los niveles, desde paseos de una hora hasta travesías de día completo con picnic en la montaña. En primavera, las rutas discurren entre campos floridos y arroyos rebosantes; en otoño, el paisaje se tiñe de ocres y dorados que crean un espectáculo inolvidable.

Montar a caballo en este entorno es una experiencia sensorial total: se siente el movimiento acompasado del animal, la brisa en la piel y la conexión profunda con el entorno natural. No es una actividad, es un viaje en sí mismo.

Multiaventura para todos: diversión y naturaleza

El espíritu aventurero de Pozo Alcón se vive también en familia. Los centros de turismo activo han desarrollado propuestas de multiaventura que combinan diferentes actividades —escalada, rápel, tirolina, tiro con arco y senderismo interpretativo—, creando jornadas llenas de emoción y aprendizaje.

Estas experiencias están pensadas tanto para principiantes como para grupos escolares o corporativos que buscan fomentar la cooperación, la confianza y el respeto por la naturaleza. Los guías locales transmiten no solo técnica, sino también un profundo conocimiento del territorio, su fauna, flora y valores ecológicos.

El entorno del embalse y las zonas recreativas cercanas son el escenario perfecto para disfrutar en grupo, desconectando de la rutina y reconectando con lo esencial: la naturaleza, la amistad y la aventura compartida.

Turismo activo sostenible: adrenalina con conciencia

La aventura en Pozo Alcón tiene un valor añadido: se vive con respeto. Las empresas locales, en colaboración con el Parque Natural y asociaciones de conservación, promueven un modelo de turismo activo sostenible, que protege los recursos naturales y fomenta la educación ambiental.

Las actividades están diseñadas para minimizar el impacto en el entorno: se utilizan materiales ecológicos, se limitan los grupos para evitar la erosión de los caminos y se realiza una gestión responsable del agua. El objetivo no es solo divertir, sino también concienciar.

Cada experiencia, desde un descenso por el barranco hasta una ruta a caballo, se convierte en una oportunidad para entender mejor la sierra, su equilibrio y su fragilidad. Y en esa comprensión nace el respeto que garantiza que la aventura siga siendo posible para las generaciones futuras.

El pulso de la Sierra

En Pozo Alcón, la aventura no termina cuando el día se apaga. Después de una jornada entre barrancos, lagos y montañas, llega el momento de descansar bajo un cielo cuajado de estrellas. El silencio de la noche solo se rompe por el canto de algún búho o el rumor lejano del agua.

Aquí, la adrenalina y la calma son dos caras de la misma moneda. La Sierra del Pozo ofrece ese equilibrio perfecto entre emoción y serenidad, entre energía y descanso.

Y cuando el viajero regresa a su casa rural en Pozo Alcón, con las botas aún húmedas y el corazón lleno de imágenes imborrables, comprende que lo vivido ha sido mucho más que una aventura: ha sido un encuentro con la naturaleza en su estado más puro.

Barranco del Guadalentín

Más allá de la naturaleza: pueblos con alma y raíces

Pozo Alcón no solo es naturaleza, también es memoria. Bajo la serenidad de sus paisajes late una historia larga y discreta, tejida entre olivares, cortijos y calles blancas que conservan el ritmo pausado del mundo rural andaluz. Quien se adentra en su casco urbano descubre un pueblo con identidad propia, heredero de civilizaciones que dejaron huella en su tierra, y guardián de tradiciones que todavía se viven con autenticidad.

Aquí, la vida cotidiana se mezcla con los ecos del pasado. Pasear por Pozo Alcón es recorrer siglos de historia que se revelan en sus muros, sus ermitas, sus plazas y sus costumbres. Es un lugar donde lo sencillo tiene valor y donde cada rincón cuenta algo sobre la relación íntima entre el ser humano y la sierra.

Un legado histórico que nace de la tierra

Aunque el actual Pozo Alcón tomó forma definitiva en el siglo XVI, sus raíces son mucho más profundas. Los primeros vestigios de ocupación humana se remontan a la Edad del Bronce, con restos encontrados en cuevas y abrigos cercanos, especialmente en la zona de Los Lanchares y El Hornico. Estas primeras comunidades aprovecharon los recursos naturales del entorno —agua, caza y tierras fértiles— para asentarse en un paisaje que ya entonces ofrecía refugio y abundancia.

Durante la época íbera y romana, la comarca fue un lugar de paso y explotación agrícola. Los romanos dejaron huellas de sus villas y sistemas de regadío, evidencias que demuestran la continuidad de una economía basada en la tierra y el agua. Más tarde, bajo dominio musulmán, la zona adquirió gran importancia estratégica como parte de la frontera del reino nazarí de Granada. De esa época procede la primera mención documental al nombre del lugar y la organización de los antiguos cortijos y alquerías que dieron origen al municipio actual.

Con la Reconquista, Pozo Alcón pasó a formar parte de la Corona de Castilla, integrándose en el señorío de Quesada. Durante los siglos XVII y XVIII el municipio vivió un periodo de expansión agrícola, con la construcción de molinos harineros, almazaras y pequeños núcleos rurales dedicados al cultivo del olivar y la vid.

El agua —una vez más— fue el eje de su desarrollo: de sus manantiales y acequias dependía la vida, la agricultura y la cultura de sus habitantes. Por eso, Pozo Alcón no solo se entiende por sus montañas, sino también por sus pozos, fuentes y lavaderos, que aún hoy siguen marcando su identidad.

Patrimonio monumental y religioso: testigos del tiempo

El corazón histórico de Pozo Alcón conserva un patrimonio arquitectónico sobrio pero lleno de significado. Entre sus calles, donde aún se siente la calma de los pueblos serranos, se alzan templos, ermitas y construcciones que hablan del fervor y la historia de sus gentes.

Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación

Este templo, situado en el centro de su casco urbano, es el principal símbolo monumental de Pozo Alcón. Su origen se remonta al siglo XVI, cuando se erigió sobre una antigua ermita. La estructura actual combina elementos del barroco rural andaluz y del neoclásico, con una torre campanario que domina la vista del pueblo. En su interior se conserva una valiosa imagen de la Virgen de la Encarnación, patrona del municipio, y un retablo mayor de líneas sobrias pero elegantes.

Durante la Guerra Civil sufrió daños importantes, pero fue restaurada con la colaboración de los vecinos, lo que la convierte también en un emblema de identidad colectiva. En las fiestas patronales, cada primavera, sus puertas se abren para acoger procesiones, música y flores que llenan de color y emoción las calles.

Ermita de San Gregorio Nacianceno

A las afueras del casco urbano, rodeada de olivares, se encuentra esta ermita sencilla y encantadora, construida en honor al santo protector de los campos. Cada 9 de mayo se celebra allí la tradicional romería de San Gregorio, una de las fiestas más queridas por los poceños. Carretas adornadas, cantos y comidas populares acompañan una jornada en la que lo religioso y lo festivo se funden en una expresión pura de la cultura rural andaluza.

Ermita de San Isidro Labrador

Otra de las devociones más profundas del municipio es la dedicada a San Isidro, patrón de los agricultores. Su ermita, ubicada en las inmediaciones del pueblo, acoge cada 15 de mayo la fiesta de San Isidro, una jornada de encuentro donde el campo y la fe se entrelazan. La procesión, las danzas tradicionales y la gastronomía local convierten este día en una celebración viva de las raíces agrarias de Pozo Alcón.

Patrimonio etnográfico y arquitectura tradicional

El encanto de Pozo Alcón no se encuentra en grandes palacios ni fortificaciones, sino en los detalles humildes que conservan su autenticidad. Su arquitectura popular está marcada por el uso de materiales locales —piedra caliza, barro y madera— y por las casas encaladas con patios interiores, muchas de ellas decoradas con geranios, aperos antiguos y fuentes de agua clara.

Los antiguos molinos harineros del río Peralta y del arroyo Guazalamanco, hoy en ruinas o rehabilitados como alojamientos rurales, recuerdan la importancia del agua en la economía tradicional. También destacan los lavaderos públicos, como el Lavadero de la Fuente Taza, que aún conserva su estructura original y sigue siendo punto de reunión y memoria.

En los alrededores del casco urbano, los visitantes pueden encontrar ejemplos magníficos de cortijos tradicionales, construcciones rurales que combinaban vivienda y trabajo. Estas edificaciones, con sus techos de teja árabe y muros encalados, hablan de una forma de vida austera y sabia, donde todo tenía un propósito. Algunos de ellos, como el Cortijo del Hornico, se han convertido hoy en centros de interpretación y espacios educativos del Parque Natural.

Cultura viva: tradiciones, fiestas y memoria

Más allá de sus edificios, el verdadero patrimonio de Pozo Alcón son sus costumbres. Cada estación trae consigo celebraciones que refuerzan los lazos comunitarios y mantienen viva la esencia del pueblo.

Las Fiestas Patronales en honor a la Virgen de la Encarnación, en agosto, llenan las calles de música, flores y alegría. En ellas se mezclan la devoción religiosa, la hospitalidad y el carácter alegre de sus habitantes. Durante el verano, la Feria de Agosto reúne a vecinos y visitantes en un ambiente festivo donde las tradiciones se combinan con la modernidad.

En otoño, el municipio celebra la Matanza Tradicional, una jornada gastronómica y cultural que recupera antiguos oficios, recetas y costumbres. También destacan los encierros taurinos, las representaciones teatrales en el Auditorio Municipal y las actividades de la Casa de la Cultura, que promueven la música, la lectura y la historia local.

A ello se suma el patrimonio inmaterial transmitido de generación en generación: las recetas de la abuela, los refranes del campo, las coplas de las cuadrillas de animeros, y la hospitalidad sencilla de quienes reciben al viajero con un “siéntate y prueba esto”.

Pozo Alcón, pueblo con historia y corazón

Recorrer Pozo Alcón es entender que su verdadero valor no está solo en sus paisajes, sino en su gente. Su patrimonio histórico no se limita a las piedras ni a los archivos, sino que vive en los gestos cotidianos: en las manos que aún amasan pan, en las campanas que marcan el ritmo del día, en las sombras frescas de los patios encalados.

Este municipio es una joya oculta del sur de Jaén que combina la grandeza natural de la Sierra con la calidez de un pueblo que ha sabido conservar su alma. Su historia se cuenta en voz baja, como un río subterráneo que alimenta todo lo que florece en la superficie.

Y cuando cae la tarde y las campanas de la Encarnación repican sobre los tejados, uno comprende que Pozo Alcón no es solo un lugar para visitar, sino un espacio para quedarse un momento más… o para siempre.

Entorno de Pozo Alcón

Sabores que cuentan historias: gastronomía de la sierra

Hablar de Pozo Alcón es hablar del sabor de la sierra. Aquí, la cocina no se entiende como una moda ni como una carta de restaurante, sino como un legado. Cada receta es una historia transmitida entre generaciones, cada aroma que sale de las cocinas rurales encierra siglos de sabiduría campesina.

El entorno natural del municipio —con su altitud, su clima y sus recursos agrícolas— ha dado forma a una gastronomía rural, sincera y de temporada, basada en productos locales y en la capacidad de aprovechar todo lo que la tierra y el monte ofrecen. En Pozo Alcón se come con el alma, sin artificios, con ese equilibrio perfecto entre energía y sencillez que caracteriza a la cocina serrana.

El aceite de oliva virgen extra, el pan candeal, las hortalizas del huerto, la caza, la miel, las setas y los embutidos artesanales son los pilares de una tradición culinaria que aún conserva su esencia. Los platos se preparan con tiempo y sin prisa, siguiendo el ritmo de las estaciones, porque aquí la cocina es, ante todo, una forma de vivir.

El oro líquido de Pozo Alcón: el aceite que da vida

Si existe un ingrediente que define la identidad de Pozo Alcón, ese es el aceite de oliva virgen extra. Este municipio forma parte del reconocido territorio del Aceite Sierra de Cazorla, una Denominación de Origen Protegida que garantiza la calidad de uno de los mejores aceites del mundo.

Las variedades picual y royal, cultivadas en los olivares que se extienden desde los valles hasta las laderas de la sierra, producen un aceite de color dorado, intenso y fragante, con notas de tomate verde, almendra y hierba recién cortada. En cada gota se concentra el paisaje: la luz del sol, el esfuerzo de las manos que recogen la aceituna y el aire limpio que baja de las montañas.

El aceite no solo se usa como ingrediente esencial, sino también como símbolo cultural. En las casas rurales y restaurantes locales es habitual encontrarlo en las mesas como bienvenida, acompañado de pan tostado o migas, en un gesto de hospitalidad que resume la esencia de Pozo Alcón: generosidad y sabor.

Cocina tradicional: recetas con alma

La gastronomía poceña combina platos humildes y contundentes, concebidos para alimentar el cuerpo tras una jornada de trabajo en el campo o una caminata por la sierra. Muchos de ellos se cocinan todavía en cazuelas de barro o sobre fuego de leña, como antaño, conservando los aromas profundos y los sabores auténticos.

Entre los platos más representativos destacan:

  • Migas de harina: quizás el plato más emblemático. Preparadas con harina de trigo, ajo, agua, aceite y acompañadas con torreznos, chorizo, melón o uvas, son el reflejo de la cocina de aprovechamiento. Se disfrutan especialmente en los días fríos o durante las fiestas rurales, donde se cocinan al aire libre, rodeadas de risas y vino de la tierra.

     

  • Talarines: una joya gastronómica local. Este guiso mezcla la pasta casera —similar a los tallarines pero más gruesa— con carne de caza (conejo, perdiz o liebre), verduras y especias. El resultado es un plato lleno de sabor, perfecto para reponer fuerzas tras una jornada en la montaña.

     

  • Gachas picantes: una receta ancestral que combina harina tostada, pimentón y pan frito. Se sirve con pepinillos, arenques o aceitunas, y representa la simplicidad del alimento diario en las casas rurales tradicionales.

     

  • Pipirrana: fresca, colorida y saludable, esta ensalada de tomate, pimiento, cebolla, huevo duro y atún es la compañera perfecta del verano andaluz. En Pozo Alcón se aliña con su inconfundible aceite de oliva, logrando un sabor que resume toda la esencia de la comarca.

     

  • Andrajos: otro clásico serrano, elaborado con un guiso de tomate, pimientos, ajo y masa de harina, que suele acompañarse con trozos de bacalao o caza. Su textura espesa y su aroma a hogar lo convierten en uno de los platos más reconfortantes del invierno.

     

  • Truchas del Guadalentín, preparadas al ajillo o a la plancha, son un guiño a la riqueza de los ríos de Pozo Alcón. Su carne suave y sabrosa combina a la perfección con las hierbas aromáticas que crecen junto a los cauces.

     

El sabor de la sierra: carnes, embutidos y guisos

El entorno natural de Pozo Alcón ofrece productos de gran calidad que han moldeado su cocina más rústica y tradicional. La carne de caza —sobre todo de jabalí, ciervo y conejo de monte— es protagonista en muchos platos de temporada, especialmente en otoño e invierno.

Los guisos de caza son elaborados con tiempo, a fuego lento, con vino tinto, laurel y especias del campo. Su sabor intenso y su aroma profundo evocan las cocinas antiguas, donde el olor a estofado llenaba los patios y las calles.

También destacan los embutidos artesanales, elaborados en pequeñas carnicerías locales siguiendo métodos tradicionales. Chorizos, morcillas, longanizas y lomos embuchados se curan con el frío seco de la sierra y se degustan como aperitivo o acompañamiento de las migas.

En los meses de otoño, los bosques de Pozo Alcón regalan setas silvestres que se convierten en protagonistas de recetas locales, desde revueltos hasta arroces. Y en primavera, las flores y plantas aromáticas —como el tomillo, el romero o el espliego— se utilizan para aromatizar aceites y postres.

Dulces, miel y recuerdos

El final de la comida en Pozo Alcón es siempre dulce. La repostería tradicional combina la influencia árabe con los productos de la sierra. Los roscos de vino, los mantecados caseros, las flores fritas y los borrachuelos son algunos de los dulces más típicos, elaborados con ingredientes sencillos: harina, aceite, miel, azúcar y anís.

La miel de la Sierra del Pozo, producida por pequeños apicultores, es otro de los tesoros locales. Su aroma a flores silvestres y su sabor equilibrado la convierten en un complemento perfecto para desayunos rurales o para acompañar quesos de cabra elaborados artesanalmente en la comarca.

Y si hay un sabor que define la infancia de los poceños, es el de las gachas dulces, preparadas con harina tostada, anís y canela, servidas tradicionalmente en torno a la lumbre durante las fiestas de Todos los Santos.

Restaurantes, bares y casas rurales con sabor

La oferta gastronómica de Pozo Alcón combina lo mejor de la tradición con la hospitalidad de sus gentes. En el centro del municipio, restaurantes como Kilómetro 5, Casa el Músico o Los Nogales reinterpretan los platos serranos con un toque actual, sin perder su esencia casera. En sus mesas, los productos locales —aceite, pan, embutidos y vino— son siempre protagonistas.

Las casas rurales en Pozo Alcón también ofrecen una experiencia gastronómica única. Muchas incluyen desayunos con pan de horno, mermeladas caseras y aceite local, o cenas por encargo con recetas típicas de la zona. Comer en una casa rural no es solo alimentarse, es saborear la vida de la sierra: el pan recién horneado, el crepitar del fuego y el aroma del guiso que se cuece lentamente.

La cocina poceña no se aprende en los libros, se descubre con los sentidos. Cada plato, cada ingrediente, es un puente entre la tierra y quien la visita.

El sabor de lo auténtico

En Pozo Alcón, la gastronomía no busca sorprender, sino reconectar. Sus platos no pretenden ser sofisticados, sino sinceros. Son el resultado de siglos de vida rural, de manos que amasan, de familias que comparten, de productos que nacen a pocos metros de donde se cocinan.

Probar su cocina es, en realidad, conocer su historia. Porque en cada migaja de pan, en cada gota de aceite, en cada aroma a leña, está el alma de un pueblo que ha sabido conservar su esencia sin perder el gusto por lo simple.

Quien se sienta a la mesa en Pozo Alcón descubre que aquí comer es otra forma de viajar, una manera de entender la tierra, el tiempo y la tradición

AOVE

Dónde dormir: el descanso entre montañas

La oferta de alojamiento en Pozo Alcón refleja su espíritu: autenticidad, cercanía y calma. Las casas rurales en Pozo Alcón son el alma de este destino, y alojarse en una de ellas es la mejor forma de integrarse en su ritmo pausado.

Otras opciones permiten disfrutar de estancias con encanto, chimenea, piscina y vistas espectaculares. Si buscas una casa rural en Pozo Alcón con carácter tradicional, cortijos rehabilitados ofrecen ese ambiente cálido y familiar que solo el turismo rural auténtico puede brindar.

Para quienes desean más servicios existen opciones que combinan confort y sostenibilidad, con spa, restaurante y habitaciones que miran al horizonte de la sierra.

Dormir en Pozo Alcón es hacerlo al ritmo de la naturaleza: entre el canto de los grillos y el murmullo lejano del agua.

Casa rural en Fontanar

Planifica tu viaje a Pozo Alcón: Cuándo ir

Cuándo ir: cada estación, una forma distinta de sentir Pozo Alcón

En Pozo Alcón, el paso del tiempo no se mide en relojes, sino en colores, aromas y sonidos. Cada estación transforma la Sierra del Pozo de una manera única: el verde intenso de la primavera, el azul vibrante del verano, los dorados del otoño y la serenidad silenciosa del invierno. No hay una única mejor época para visitar este rincón del sur de Cazorla, porque cada momento del año revela una cara diferente de su belleza.

Viajar aquí es dejarse llevar por el ritmo natural del entorno, descubrir que el paisaje tiene su propio calendario y que, en cada estación, el alma del lugar se expresa con matices distintos.

Primavera: el despertar de la sierra

La primavera es, sin duda, uno de los momentos más mágicos para visitar Pozo Alcón. Con las lluvias del invierno ya olvidadas, la sierra renace: los prados se cubren de flores silvestres, los ríos y arroyos fluyen con fuerza y el aire se llena de aromas frescos a tomillo, jara y romero.

Es la temporada ideal para los amantes del senderismo y la fotografía de naturaleza. Las rutas por el Arroyo Guazalamanco, el Bosque Encantado de Higueras o el Barranco de la Bolera ofrecen un espectáculo visual único, con cascadas rebosantes y cielos limpios de un azul profundo.

La fauna también se deja ver con mayor facilidad. Es común avistar ciervos, zorros o águilas sobrevolando los valles. Y si el viajero madruga, podrá disfrutar de uno de los amaneceres más hermosos de Andalucía: el sol naciendo sobre el Embalse de la Bolera, reflejando su luz en aguas turquesas rodeadas de pinares.

Además, la primavera trae consigo el bullicio de las tradiciones locales: las romerías de San Gregorio y San Isidro Labrador, donde los vecinos salen al campo con carros engalanados, música y comida compartida. Participar en ellas es conocer el corazón más auténtico del pueblo.

Verano: el reino del agua y la aventura

En verano, Pozo Alcón se convierte en un refugio natural contra el calor. Su altitud y su entorno montañoso mantienen un clima más fresco que el de los valles, especialmente por las noches, cuando el aire huele a pino y la brisa desciende desde las cumbres.

Es la temporada perfecta para disfrutar del turismo activo y acuático. El Embalse de la Bolera es el epicentro de la vida estival: sus aguas turquesas invitan al baño, al piragüismo, al paddle surf y a las excursiones en kayak. Los arroyos y ríos, como el Guazalamanco o el Peralta, ofrecen rincones naturales para nadar o simplemente refrescarse con los pies en el agua.

También es tiempo de barranquismo, tirolinas y vías ferratas, actividades que atraen tanto a aventureros como a familias. Las empresas de turismo activo locales organizan experiencias adaptadas a todos los niveles, combinando emoción y seguridad.

Al caer la tarde, cuando el sol tiñe la sierra de tonos dorados, los viajeros regresan a sus casas rurales en Pozo Alcón para disfrutar de cenas al aire libre, acompañadas de vino local y el sonido de los grillos. Las noches son frescas, ideales para observar las estrellas: la escasa contaminación lumínica convierte el cielo de Pozo Alcón en un auténtico observatorio natural.

Y para quienes prefieren la vida del pueblo, el verano es también tiempo de celebración. En agosto, las Fiestas Patronales de la Virgen de la Encarnación llenan las calles de música, luces, ferias y convivencia. Es la época del reencuentro: los poceños que viven fuera regresan y el pueblo se viste de alegría.

Otoño: el canto dorado de la sierra

El otoño en Pozo Alcón es una sinfonía de colores y sonidos. Las montañas se visten de tonos ocres, rojizos y dorados; los ríos bajan con un rumor pausado; y el aire fresco invita a caminar sin prisa. Es el momento ideal para quienes buscan tranquilidad, fotografía y senderismo en su máxima expresión.

Durante septiembre y octubre, la temperatura es perfecta: días templados y noches suaves. Los pinares desprenden un aroma intenso y, con suerte, se pueden recoger setas silvestres, especialmente níscalos y boletus, que protagonizan muchas recetas locales.

Es también la temporada de la berrea del ciervo, un espectáculo natural impresionante. Al amanecer o al atardecer, el rugido profundo de los machos resuena entre los valles del Guadalentín, creando una atmósfera sobrecogedora. Varias empresas de ecoturismo organizan observaciones guiadas para vivir este fenómeno con respeto y sin alterar el entorno.

El otoño es, además, una época perfecta para la fotografía de paisaje: los reflejos del Embalse de la Bolera en calma, las hojas doradas del Guazalamanco, los cielos limpios y el silencio de los caminos. Es el momento en que la sierra invita a la introspección, a disfrutar de lo simple: una caminata, una chimenea encendida, una comida lenta.

Invierno: la calma blanca y el encanto del fuego

El invierno transforma Pozo Alcón en un refugio de paz. Los días son más cortos, pero la luz adquiere una claridad cristalina que resalta la belleza de las montañas. En las cumbres del Pico Cabañas y los alrededores del Hornico, la nieve aparece de forma intermitente, creando un paisaje silencioso y puro.

Es el momento ideal para quienes buscan desconexión y descanso. Los senderos se vacían, los alojamientos rurales ofrecen el calor de las chimeneas y las cocinas huelen a guisos de invierno: talarines, migas o gachas picantes acompañadas de vino tinto.

Durante esta estación, Pozo Alcón se muestra más íntimo. Pasear por el casco antiguo, visitar la Iglesia de la Encarnación o contemplar el embalse envuelto en bruma son experiencias que invitan a la reflexión y al recogimiento.

Además, el invierno es un momento perfecto para practicar astroturismo: los cielos despejados y fríos ofrecen condiciones ideales para la observación de estrellas. Desde los miradores naturales de la sierra, el viajero puede ver la Vía Láctea con total nitidez, una experiencia que deja sin palabras.

Y cuando cae la noche, nada como regresar a una casa rural en Pozo Alcón, encender la chimenea y disfrutar del silencio solo roto por el crepitar de la leña. En ese instante, el tiempo parece detenerse, y el viajero comprende por qué este rincón de Jaén es un destino para el alma.

Cada estación, un motivo para volver

En Pozo Alcón, cada estación tiene su magia. La primavera renueva, el verano inspira, el otoño sosiega y el invierno reconforta. No hay un solo momento ideal para venir; lo ideal es volver, una y otra vez, para redescubrir cómo cambia la sierra, cómo respira el pueblo, cómo el paisaje enseña a mirar distinto.

Porque en este rincón de Andalucía, el tiempo no se escapa: se vive despacio, se saborea y se recuerda.

Pozo Alcón: más que un destino, una experiencia

Viajar a Pozo Alcón es abrir una ventana a la autenticidad. Es descubrir que aún existen lugares donde el tiempo se estira, donde los silencios son sonoros y donde el alma respira.

En cada piedra, en cada río, en cada aroma de tomillo, esta tierra invita a reconectar con lo esencial. Aquí, el lujo no está en los hoteles de cinco estrellas, sino en la sensación de despertar con el canto de los pájaros, en caminar sin prisa, en sentirse parte del paisaje.

Pozo Alcón no se visita: se vive.
Y en Rural Sierra Sol, te acompañamos a hacerlo realidad.

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Río Guadalentín

Dónde está Pozo Alcón

En el extremo sur del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, donde la provincia de Jaén roza los límites de Granada, se encuentra Pozo Alcón, un rincón escondido entre montañas, pinares y ríos de aguas turquesas. Este municipio, que forma parte de la Sierra del Pozo, es la puerta más meridional del mayor espacio protegido de España y uno de los lugares donde la naturaleza conserva su carácter más puro.

A tres horas de Málaga y poco más de dos de Granada, Pozo Alcón ofrece el equilibrio perfecto entre la aventura y la calma. Es un destino que no se descubre por casualidad, sino por deseo: el de encontrar un lugar donde el tiempo aún transcurre al ritmo del agua, el viento y el canto de los pájaros.

Más destinos para seguir viviendo Andalucía

Tras vivir la magia de Pozo Alcón, sus montañas, sus ríos y su silencio, el viaje por Andalucía apenas comienza. La región guarda cientos de rincones donde la naturaleza y la tradición se abrazan: pueblos blancos, sierras misteriosas, costas llenas de luz. Cada uno ofrece una experiencia única, especialmente cuando se disfruta desde el calor y la autenticidad de las casas rurales en Andalucía.

Porque cada casa, cada paisaje y cada encuentro revelan lo mismo: que Andalucía no se visita… se vive, se siente y se recuerda.

Preguntas frecuentes sobre Pozo Alcón y su encanto rural

Pozo Alcón está situado en el sur del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, en la provincia de Jaén, lindando con Granada. Se puede acceder fácilmente por carretera desde Baza, Úbeda o Cazorla.

Pozo Alcón es ideal para practicar senderismo, barranquismo, piragüismo, rutas a caballo o paseos por el Embalse de la Bolera. Sus arroyos, bosques y miradores ofrecen experiencias tanto para aventureros como para quienes buscan calma y desconexión.

Cada estación ofrece una experiencia distinta: la primavera y el otoño son perfectos para el senderismo; el verano para las actividades acuáticas, y el invierno para disfrutar de la tranquilidad y las casas rurales con chimenea.

Las casas rurales en Pozo Alcón son la mejor opción para vivir la experiencia local. Muchas están situadas cerca del Embalse de la Bolera o en plena sierra, con chimenea, piscina y vistas al paisaje natural.

La gastronomía local combina tradición y sabor: migas de harina, talarines, gachas picantes, truchas del Guadalentín y dulces como las flores fritas o los roscos de vino. Todo, acompañado por el inconfundible aceite de oliva virgen extra de la Sierra de Cazorla.

Créditos

Imágenes 1 y 2 de Jose Jaen25 bajo licencia CC BY-SA 4.0 Modificada por Antonio Frías, 03/11/2025. Se ha recortado y comprimido.

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