Castaños centenarios

La Mauraca tradición viva entre hogueras y castañas en la Alpujarra

Cuando el otoño viste de ocres la Alpujarra Granadina y el aroma a leña y anís comienza a danzar en el aire frío de la sierra, los pueblos despiertan un recuerdo antiguo que late con fuerza: La Mauraca. No es solo una fiesta. Es un rito colectivo, una celebración que entrelaza pasado y presente, comunidad y paisaje, fuego y memoria. Quien la vive, no solo la recuerda: la lleva consigo.

La Mauraca tradición viva entre hogueras y castañas en la Alpujarra

Tostando castañas

El origen y la esencia de La Mauraca

La Mauraca hunde sus raíces en un cruce de culturas que define a la Alpujarra. Con orígenes que se remontan a la llegada de repobladores gallegos tras la expulsión de los moriscos, esta festividad, que coincide con el Día de Todos los Santos, se configura como una versión local de la tradicional castañada.

Pero su nombre esconde una historia aún más profunda. La palabra Mauraca proviene probablemente del término árabe múhraqa, que significa “combustión” u “holocausto”. Así, incluso en su etimología, la fiesta habla de fusión, de encuentro entre lo nuevo y lo antiguo, entre el fuego del presente y las cenizas del pasado.

La hoguera en la plaza es mucho más que calor: es símbolo, es raíz, es reencuentro. Es allí donde todo comienza: el aroma de las castañas, el murmullo de la gente, el tintinear de los vasos, la música que brota entre montañas.

Hoguera

La Mauraca hoy: tradición viva

Desde su recuperación en los años 90, La Mauraca ha renacido con fuerza en municipios como Capileira, Mecina Bombarón y Paterna del Río. Lo que comenzó como un esfuerzo por rescatar una tradición perdida, se ha convertido en un fenómeno cultural que cada año reúne a vecinos y visitantes en torno a la llama compartida de la identidad alpujarreña.

Capileira: una hoguera con alma solidaria

Capileira, uno de los pueblos más altos del Barranco de Poqueira, celebra La Mauraca con una mezcla perfecta entre tradición, creatividad y compromiso. La hoguera se enciende en la plaza del Calvario, iluminando las fachadas blancas mientras los sonidos de la música tradicional resuenan entre las calles estrechas y empedradas.

En los últimos años, esta celebración ha incorporado elementos que refuerzan su dimensión comunitaria y solidaria. En 2024, por ejemplo, se lanzó una iniciativa benéfica cuyos fondos se destinaron a los afectados por la DANA. Para ello, se ofrecieron vasos de cerámica conmemorativos, ideales para degustar el anís local y llevarse un recuerdo auténtico.

La velada se llena de vida con conciertos al aire libre, como los ofrecidos por grupos locales y formaciones de música fusión como Fauno Loop o Cuarteto Nazarí. A ello se suman puestos de productos artesanales, degustaciones y la participación activa de asociaciones locales. Muchos viajeros optan por quedarse unos días y descubrir el pueblo desde dentro, alojándose en una de las acogedoras casas rurales en Capileira. Pasar la noche en una casa rural en Capileira significa despertar con vistas a las montañas y tener la hoguera de la fiesta a solo unos pasos.

Mecina Bombarón: raíz campesina y celebración colectiva

En la parte oriental de la Alpujarra, Mecina Bombarón conserva una celebración profundamente ligada a la tierra y sus ciclos agrícolas. Aquí, la fiesta mantiene un carácter íntimo y ancestral, apegado al calendario agrario, y se celebra cada 1 de noviembre.

En torno a la hoguera, familias enteras se reúnen para compartir castañas, licores y recuerdos. Los vecinos recuerdan cómo, en su infancia, la castaña era mucho más que un fruto: era alimento de supervivencia. Esa memoria se revive en cada edición, con un aire de sencillez que emociona.

Quienes viajan hasta aquí encuentran alojamientos que refuerzan la autenticidad de la experiencia. Las casas rurales en Mecina Bombarón son refugios rodeados de naturaleza, donde el silencio se entremezcla con el murmullo del agua y el viento entre los castaños. Alojarse en una casa rural en Mecina Bombarón permite integrarse en la vida del pueblo y sentir La Mauraca como un vecino más.

Alpujarra Granadina

La castaña: paisaje, sabor y memoria

La castaña es la protagonista indiscutible de La Mauraca. No solo como manjar asado al amor de la lumbre, sino como testimonio vegetal de un ecosistema agrícola lleno de sabiduría y memoria. En la Alpujarra, este fruto humilde se ha convertido en un símbolo de resiliencia, identidad y continuidad cultural.

El bosque de castaños: guardianes del paisaje

Los castaños, muchos de ellos centenarios, pueblan las laderas y barrancos de la comarca, en perfecta armonía con acequias de origen árabe y terrazas de piedra seca que sostienen el terreno. Estos árboles no son simples productores de frutos: son guardianes del paisaje cultural y ecológico. Aportan sombra, protegen el suelo frente a la erosión y enriquecen la biodiversidad de la zona.

Pasear por un castañar en otoño es una experiencia sensorial completa: el suelo cubierto de hojas doradas, el crujir bajo los pies, el aire impregnado de humedad y la visión de erizos abiertos que guardan su tesoro. Es en estos espacios donde se entiende que La Mauraca no celebra solo un fruto, sino todo un ciclo natural que ha acompañado a la vida campesina durante siglos.

En pueblos como Busquístar o Trevélez, todavía se escuchan historias de mayores que recuerdan cómo, en su infancia, la castaña era casi un alimento de supervivencia. “Cuando no había pan, había castañas”, dicen, con la sonrisa nostálgica de quienes ven en este fruto no solo un sustento, sino un símbolo de resistencia.

De alimento básico a manjar festivo

En el pasado, la castaña fue un alimento esencial para las familias de la Alpujarra, especialmente en tiempos de escasez, sustituyendo al cereal en muchas recetas. Hoy, se reivindica no solo por su valor nutritivo —rica en hidratos de carbono, fibra y minerales—, sino por la capacidad de transformarse en múltiples elaboraciones que combinan tradición y creatividad.

  • Platos tradicionales: el célebre Potaje de Castañas es, quizá, el más representativo. Un guiso dulce-salado que mezcla castañas, legumbres y especias, y que suele servirse en días señalados como el propio 1 de noviembre. También destacan los estofados de carne de caza con castañas, donde el fruto aporta un toque de suavidad al sabor intenso del jabalí o el venado.
  • Repostería y dulces: la castaña se convierte en base de mermeladas, cremas y confituras que llenan las despensas alpujarreñas. En Soportújar, por ejemplo, algunos artesanos elaboran mermeladas caseras de castaña y miel de la sierra, combinando dos de los sabores más genuinos de la comarca. En Trevélez, además de sus famosos jamones, se pueden encontrar bizcochos y flanes de castaña preparados en pequeños obradores familiares.
  • Licores y bebidas: además del clásico anís que acompaña la hoguera de La Mauraca, en Lanjarón y Órgiva, pequeños productores locales han comenzado a destilar licores de castaña con notas tostadas y dulces que evocan el bosque en otoño. Muchos de ellos se venden en mercados artesanales que coinciden con la celebración de la fiesta.

Identidad y economía local

Hoy en día, la castaña no es solo un símbolo cultural, sino también un motor económico para muchas familias de la Alpujarra. Productores artesanales y cooperativas locales han encontrado en este fruto un medio para dinamizar la economía rural, creando productos de calidad que viajan mucho más allá de la sierra. Ferias gastronómicas, como las que acompañan La Mauraca en Capileira o Paterna del Río, ofrecen la oportunidad de probar estas delicias de primera mano.

Detrás de cada frasco de mermelada, cada botella de licor o cada bolsa de castañas secas, hay familias que mantienen vivas recetas heredadas y formas de trabajo sostenibles. Así, cada castaña asada en la hoguera representa algo más que un bocado: es un acto de memoria, un puente entre generaciones y un gesto de agradecimiento a la tierra fértil de la Alpujarra.

Castaño centenario

Guía para vivir La Mauraca

Aparcamiento y acceso

En pueblos como Capileira, el aparcamiento puede ser complicado durante la fiesta. Una alternativa encantadora es dejar el coche en Pampaneira (donde hay un aparcamiento gratuito) y caminar hasta Capileira por el sendero GR7. El trayecto dura apenas 10 minutos, pero regala vistas espectaculares del Barranco de Poqueira. Una forma de comenzar la experiencia con calma, respirando la esencia del paisaje antes de dejarse envolver por la música y el calor de la hoguera.

Alojamientos rurales con encanto

Quedarse a dormir en una casa rural en La Alpujarra transforma la experiencia. Muchas casas rurales en La Alpujarra conservan la arquitectura tradicional, con techos de launa y chimeneas que crepitan en las noches de noviembre.

  • Capileira: ideal para quienes quieren vivir la fiesta desde dentro. Hay una amplia oferta de casas rurales en Capileira, desde pequeños cortijos restaurados hasta alojamientos familiares. Despertar en una casa rural en Capileira es abrir la ventana y contemplar las cumbres nevadas mientras el pueblo se prepara para encender la hoguera.
  • Mecina Bombarón: perfecta para quienes buscan calma y autenticidad. Las casas rurales en Mecina Bombarón están rodeadas de castañares y permiten vivir la fiesta como lo hacen los vecinos. Una casa rural en Mecina Bombarón ofrece desconexión total y la oportunidad de sumergirse en la tradición campesina.
  • Resto de la comarca: Pampaneira, Bubión, Yegen o Trevélez completan un mosaico de opciones. Dormir en una casa rural en La Alpujarra es vivir la esencia del turismo rural, disfrutando de la hospitalidad y de productos locales en cada mesa.

Experiencias complementarias

Asistir a La Mauraca es la puerta de entrada a un mundo de sensaciones y vivencias. Quien viaja hasta aquí puede enriquecer su experiencia con actividades que permiten descubrir la Alpujarra en profundidad:

  • Rutas por castañares: en otoño, muchas asociaciones locales organizan excursiones guiadas por bosques de castaños. Estas rutas no solo permiten disfrutar del paisaje, sino también aprender sobre la historia agrícola y cultural que rodea a estos árboles.
  • Talleres de cocina tradicional: en Paterna del Río y en pueblos como Cádiar, se imparten talleres donde los visitantes pueden preparar platos con castañas, desde guisos hasta repostería. Una forma deliciosa de llevarse la tradición a casa.
  • Visitas a productores locales: algunas cooperativas y familias abren sus puertas para mostrar cómo se elaboran las mermeladas, licores o dulces de castaña. Escuchar sus historias mientras se degustan los productos aporta una dimensión íntima y auténtica.
  • Senderismo cultural: rutas como el Sendero del Agua-Castañar en Paterna del Río o el GR7 en el Barranco de Poqueira permiten recorrer paisajes emblemáticos, atravesando pueblos blancos, terrazas agrícolas y bosques teñidos de otoño.

Consejos prácticos

  • Ropa y calzado: las noches son frías en la sierra en noviembre. Se recomienda llevar ropa de abrigo, calzado cómodo y una manta ligera si se planea estar largo rato junto a la hoguera.
  • Horario: aunque la fiesta principal suele comenzar al atardecer, llegar con antelación permite disfrutar de la preparación del fuego y del ambiente previo en las calles.
  • Participación activa: en muchos pueblos, los vecinos ofrecen castañas y anís de manera gratuita o a cambio de una pequeña colaboración simbólica. Integrarse en este gesto es parte de la experiencia.
  • Fotografía y respeto: los pueblos se llenan de visitantes en estas fechas. Es importante disfrutar del ambiente con respeto hacia los vecinos, evitando saturar espacios reducidos y siempre apoyando al comercio local.

La Mauraca: el alma encendida de la Alpujarra

La Mauraca es una chispa que enciende la memoria colectiva. Frente a la hoguera, los rostros iluminados recuerdan que la vida rural sigue viva.

La fiesta es un puente: une generaciones y culturas, conecta pasado y presente. Es una invitación a desconectar del ruido, a escuchar el crepitar del fuego y a compartir una castaña en comunidad.

Cuando el último tizón se apaga, queda la certeza de haber participado en algo irrepetible. Una experiencia que trasciende el viaje y se convierte en recuerdo. Una llama que, aunque se extinga en la hoguera, permanece encendida en el alma de quienes han vivido La Mauraca.

Dónde está La Alpujarra

Entre las laderas de Sierra Nevada y las suaves colinas que descienden hacia el mar Mediterráneo se esconde la Alpujarra, una de las comarcas más singulares de Andalucía. Situada entre las provincias de Granada y Almería, este territorio montañoso guarda pueblos blancos colgados en barrancos, paisajes de castañares y bancales sostenidos por muros de piedra seca que cuentan historias de siglos. Es en este entorno, lleno de contrastes y de belleza serena, donde cobra vida La Mauraca, la fiesta que enciende hogueras de otoño y reúne a la comunidad en torno al fuego, las castañas y el anís. Viajar hasta la Alpujarra no es solo descubrir un lugar, es adentrarse en un mosaico cultural que respira tradición y hospitalidad, donde cada pueblo conserva su esencia y cada celebración conecta al visitante con la naturaleza y la memoria colectiva.

Andalucía es tierra de tradiciones vivas, donde cada estación despierta una celebración única. Más allá de La Mauraca en la Alpujarra, las hogueras de San Juan en la costa, las vendimias en Jerez o las romerías en Sierra Morena son experiencias que invitan a sentir la esencia de lo auténtico. Vivirlas desde una de las acogedoras casas rurales en Andalucía es la mejor manera de conectar con la tierra, compartir con sus gentes y descubrir que cada fiesta es también un viaje al alma de la región.

Preguntas frecuentes de La Mauraca y la Alpujarra

La Mauraca es la fiesta tradicional de la castaña que se celebra en la Alpujarra Granadina, en torno al Día de Todos los Santos. Es una celebración rural en la que vecinos y visitantes se reúnen alrededor de una gran hoguera para asar castañas, brindar con anís y disfrutar de música, gastronomía y convivencia.

La Mauraca se celebra principalmente en pueblos de la Alpujarra, como Capileira, Mecina Bombarón o Paterna del Río, entre finales de octubre y los primeros días de noviembre. Aunque la fecha tradicional es el 1 de noviembre, algunos municipios la trasladan al fin de semana más cercano para facilitar la participación de los visitantes.

La Alpujarra se encuentra entre las provincias de Granada y Almería, en las laderas sur de Sierra Nevada. Desde Málaga o Granada, la mejor opción es viajar en coche para disfrutar del paisaje y la libertad de recorrer varios pueblos. También existen conexiones de autobús con transbordos en Motril o Granada hacia localidades como Órgiva o Pampaneira.

La experiencia se vive mejor desde una de las casas rurales en La Alpujarra, que combinan comodidad y autenticidad. En Capileira o Mecina Bombarón encontrarás desde acogedoras casas rurales familiares hasta antiguos cortijos restaurados con chimenea. Dormir en una casa rural en La Alpujarra permite disfrutar del ambiente de la fiesta y del encanto del entorno natural.

Además de participar en la fiesta, la Alpujarra ofrece rutas por castañares centenarios, talleres de cocina tradicional, visitas a productores de miel, licores y mermeladas, y senderos emblemáticos como el GR7 o el Sendero del Agua-Castañar. Cada experiencia complementa la visita, haciendo del viaje una inmersión completa en la cultura y naturaleza alpujarreñas.

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