Castaños en otoño

Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón para vivir el otoño

En lo más alto de la Alpujarra granadina, donde el susurro del viento acaricia las laderas de Sierra Nevada y el paisaje se cubre de ocres y rojizos, un pequeño municipio abre sus puertas al viajero con una invitación única: las Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón.

Aquí, entre casas encaladas y senderos que serpentean antiguos castañares, se celebra mucho más que un evento de temporada. Es un reencuentro con lo esencial, un tributo a la tierra fértil y a la sabiduría de quienes han sabido vivir de ella con respeto y gratitud. Cada octubre, esta fiesta transforma al pueblo en un escenario donde la historia, la gastronomía y la comunidad se entrelazan para dar forma a una experiencia inmersiva y profundamente humana.

Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón para vivir el otoño

Raíces vivas: la tradición que nunca se perdió

Aunque las formas cambien con el tiempo, el alma de las costumbres permanece viva en la memoria de quienes las practican. Las Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón tienen su origen en los antiguos rituales de agradecimiento de los labradores alpujarreños, que celebraban el final de la cosecha compartiendo sus frutos en comunidad. La llegada del otoño, con sus nieblas tempranas y la caída de las hojas, marcaba también el tiempo de recogimiento, de reunirse junto al fuego y contar historias mientras se tostaban castañas.

Aquellos encuentros sencillos, nacidos de la necesidad y del vínculo con la tierra, fueron durante siglos una forma de resistir el olvido. Porque en las zonas rurales, las fiestas no eran solo celebración, sino también transmisión de saberes, reafirmación de la identidad y consuelo colectivo. Con el paso de los años y los cambios en los modos de vida, muchas de estas prácticas quedaron relegadas a la memoria oral.

Fue en 1986 cuando la comunidad de Mecina Bombarón decidió recuperar oficialmente esta tradición, no como una simple recreación folclórica, sino como un acto de pertenencia. Se buscaba reavivar el espíritu de aquellas veladas, devolverles su fuerza comunitaria y abrirlas al visitante como una forma de compartir lo más íntimo: la alegría sencilla de celebrar lo que da la tierra.

Desde entonces, cada octubre, el pueblo se transforma. Las calles se llenan de aromas familiares, las plazas recuperan su función de encuentro y las generaciones se entrelazan en torno a un gesto tan antiguo como humano: ofrecer lo mejor de uno mismo al otro. Lo que comenzó como una fiesta de vecinos, hoy es un escaparate de identidad cultural, donde se honra el pasado sin dejar de mirar hacia el futuro.

Castaños centenarios

El castaño: un guardián milenario

Si hubiera que elegir un símbolo que represente la esencia de estas jornadas, sería sin duda el castaño. Árbol majestuoso, silencioso testigo de generaciones, cuyas raíces se hunden no solo en la tierra, sino también en la historia de Europa. Desde los griegos y romanos hasta los moriscos, muchos han cultivado y venerado este árbol que alimenta, calienta y cobija. Su fruto fue durante siglos un alimento esencial en las zonas montañosas del sur de España, cuando el pan era escaso y la castaña, con su dulzura terrosa, se convertía en sustento.

Pero el castaño no es solo fruto. Es también sombra en verano, madera que calienta los inviernos y paisaje que define la identidad de la Alpujarra. En Mecina Bombarón, su presencia es tan constante como el murmullo de las acequias o el eco de los cantares populares. Cada árbol encierra una historia: de trabajo, de paciencia, de vínculos con la tierra que se transmiten sin palabras.

La Ruta de los Castaños Milenarios y Centenarios, que forma parte del programa del festival, invita al visitante a caminar sin prisa entre troncos retorcidos por el tiempo, ramas que se extienden como brazos protectores y raíces que abrazan la montaña. Bajo su sombra, se percibe la quietud de lo eterno. Es una experiencia que no necesita más que silencio y mirada atenta para sentirse transformadora.

La labor de la Asociación Cultural Apadrina un Castaño es clave para la preservación de este legado vivo. Su trabajo no solo implica cuidados técnicos, sino también educación, sensibilización y, sobre todo, amor por un patrimonio que no cabe en vitrinas. Estos árboles, muchos de ellos con más de 400 años, han visto pasar generaciones, estaciones y celebraciones. Son el alma vegetal del territorio, y celebrarlos es también proteger la posibilidad de que sigan acompañándonos en el futuro.

Setas: el tesoro discreto del otoño

Junto a las castañas, las setas reclaman su protagonismo. Discretas, silenciosas, misteriosas. Aparecen con las primeras lluvias, como regalos inesperados del bosque, escondidas entre la hojarasca, al pie de los castaños o bajo los helechos. Su búsqueda requiere paciencia, intuición y respeto: no se trata solo de recolectarlas, sino de entender su entorno, de moverse con humildad por un ecosistema que las ofrece como un gesto generoso de la naturaleza.

En las Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón, la micología se convierte en un ritual colectivo. Familias enteras recorren senderos con cestas de mimbre, guiadas por la experiencia de los mayores y la curiosidad de los pequeños. El níscalo —con su tono anaranjado, su carne firme y su sabor a campo húmedo— es el más buscado, pero hay muchas otras especies que encuentran su espacio en las mesas del festival, todas seleccionadas con rigor por expertos locales que comparten su saber con pasión.

Las setas no son solo manjar; son también salud. Están cargadas de vitamina D, aportan minerales como el selenio o el potasio, y sus propiedades antioxidantes han sido avaladas por la ciencia moderna. Incluso se les atribuyen beneficios anticancerígenos. Incluirlas en la dieta no es solo una cuestión de sabor, sino una elección consciente, natural y nutritiva.

Durante el festival, las setas brillan tanto en recetas sencillas como en creaciones más innovadoras. Desde guisos tradicionales hasta tapas elaboradas con mimo, su presencia da lugar a un verdadero viaje culinario. Y lo más hermoso es que, al probarlas, uno saborea también el lugar del que provienen: la humedad del bosque, el frescor del amanecer, el susurro del viento entre los árboles.

Por todo ello, este pequeño tesoro otoñal representa el equilibrio perfecto entre conocimiento, disfrute y sostenibilidad. Una forma de conectarse con el paisaje desde el respeto, de celebrar lo que la tierra ofrece sin alterar su ritmo. Las setas, como las mejores cosas de la vida, no se imponen: se descubren.

Setas en el bosque

Sabores de la tierra: tradición e innovación en la cocina

Si hay un lenguaje universal en estas jornadas, es el de la gastronomía. Porque en Mecina Bombarón, cada plato cuenta una historia. La cocina local, heredada de generaciones de manos sabias, se despliega durante el festival como una sinfonía de ingredientes humildes y sabores profundos, donde cada bocado evoca un paisaje, una temporada, una forma de vivir.

Las migas alpujarreñas, en sus múltiples variantes —con engañifa, con embutidos o con harina de castaña molida en antiguos molinos— son uno de los platos estrella. Acompañadas de uvas, pimientos fritos o sardinas, se convierten en el plato perfecto para compartir bajo el sol otoñal. También lo son las papas a lo pobre, los guisos de cuchara, los caracoles en salsa y las tapas que, como pequeños relatos en miniatura, revelan la identidad culinaria de la comarca.

Pero la tradición no está reñida con la creatividad. La presencia del chef local José Miguel Magín, delegado de la Academia del Gazpacho Andaluz, aporta un toque de innovación con respeto. Su propuesta de migas con harina de castaña no solo sorprende por su sabor, sino por su simbolismo: un guiño al pasado, elaborado con técnica actual, que transforma un alimento ancestral en alta cocina rural.

Durante las jornadas, bares, asociaciones y vecinos ofrecen elaboraciones en las que las setas y las castañas se convierten en ingredientes estrella. Desde tartas caseras hasta arroces aromáticos, pasando por embutidos de autor, quesos curados con especias silvestres o bizcochos hechos con harina de castaña, el recorrido gastronómico es amplio, generoso y profundamente enraizado en el territorio.

Además de saborear, aquí también se aprende. Muchos platos vienen acompañados de explicaciones sobre su origen, su preparación y sus variantes familiares. En cada conversación, el viajero descubre que la cocina en Mecina Bombarón no es solo sustento, sino memoria, orgullo y un acto de amor compartido.

Y todo ello, servido con la calidez que define a las casas rurales en Mecina Bombarón, donde no es raro que el desayuno incluya mermeladas caseras, pan de horno tradicional o infusiones de plantas recogidas en los alrededores. Así, la experiencia gastronómica se extiende más allá de la mesa: se vive también en la despensa, en la cocina, en el diálogo entre anfitriones y visitantes.

Caracoles en salsa

Tres días, mil emociones: el programa del festival

El calendario de las Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón está cuidadosamente diseñado para ofrecer una experiencia completa, equilibrando naturaleza, sabor y convivencia. Cada jornada tiene su propia personalidad, y juntas conforman un mosaico de emociones que permanecen en el recuerdo mucho después de que caiga la última hoja del otoño.

Día 1: Fiesta de la Castaña

El primer día de las Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón comienza con la calidez de una tradición que despierta al pueblo antes de que lo haga el sol. Desde las cinco de la mañana, en un ambiente de camaradería, vecinos y visitantes se reúnen para compartir un desayuno comunitario. El aire se llena del aroma de los buñuelos recién hechos, el chocolate caliente y el café que humea en las tazas mientras se escuchan las primeras risas y conversaciones del día. Es el preludio perfecto para lo que está por venir: un día lleno de raíces, naturaleza y celebración.

Poco después, la comunidad se dirige al corazón del bosque para recorrer la Ruta del Sendero de los Castaños Milenarios y Centenarios. Esta caminata, guiada por conocedores locales, no es solo un paseo: es una inmersión en la historia viva del entorno. Los participantes caminan entre gigantes de madera que han resistido siglos de viento y silencio. A cada paso, se respira el respeto hacia estos árboles que han nutrido generaciones, y se comparte el asombro de quienes los ven por primera vez.

De regreso al pueblo, la jornada continúa con una serie de actividades pensadas para todos los públicos. Desde talleres infantiles y juegos populares hasta propuestas para los más mayores, todo está diseñado para recuperar el espíritu de comunidad. Pero sin duda, uno de los momentos más esperados es el almuerzo de migas con engañifa, un plato humilde en apariencia, pero que encierra la riqueza de la cocina alpujarreña: pan, ajo, pimiento, buen aceite, y ese toque secreto que cada cocinero guarda como un tesoro.

Por la tarde, la plaza se convierte en un espacio de encuentro. El tradicional bingo anima a grandes y pequeños, mientras la música empieza a envolver el ambiente con notas que invitan al movimiento. Pero es al anochecer cuando el pueblo entero se reúne para vivir uno de los rituales más emblemáticos del festival: la tostonada. Más de 300 kilos de castañas son asadas lentamente en grandes tambos, removidas con mimo para lograr el punto exacto, y luego repartidas entre todos los asistentes. El crujir de la cáscara caliente, el dulzor del fruto y el humo suave que flota en el aire crean una atmósfera mágica, casi ceremonial.

La noche culmina en el Salón Cultural, donde la música y el baile se encargan de cerrar el día como se merece: con alegría compartida, cuerpos en movimiento y corazones agradecidos. Es una jornada que, más allá del programa, deja una huella emocional profunda. Porque aquí, celebrar la castaña es también celebrar la generosidad de la tierra, la fuerza del pueblo y la belleza de lo sencillo.

Día 2: Jornada de las Setas

El segundo día de las Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón abre las puertas a un mundo más discreto, más misterioso y, sin embargo, profundamente fascinante: el de las setas. Si el primer día gira en torno a la tradición más visible, este se adentra en el conocimiento íntimo del bosque, en los secretos que se esconden bajo la hojarasca otoñal y en la sabiduría micológica transmitida de generación en generación.

Durante la mañana, el centro del pueblo se transforma en una pequeña feria de aromas y sabores donde la seta es la gran protagonista. La jornada comienza con degustaciones de setas de temporada, seleccionadas con mimo por expertos locales. El níscalo, apreciado por su textura carnosa y su sabor terroso, ocupa un lugar central, pero no es el único. Quienes se acercan a las mesas descubren una variedad sorprendente de especies locales, muchas de las cuales solo pueden encontrarse en estas altitudes y en este microclima de la Alpujarra granadina.

Lo más interesante es que no se trata solo de comer, sino de aprender. Los vecinos más conocedores explican las diferencias entre especies, cómo se recolectan, cómo se cocinan y, sobre todo, cómo se respetan. Porque aquí, recolectar setas no es una moda ni una excursión ocasional: es una práctica ancestral conectada al ciclo de las lluvias, al calendario natural y al profundo respeto por el entorno. Se enseña, por ejemplo, a cortar en lugar de arrancar, a dejar los ejemplares no comestibles y a no alterar el suelo del bosque. Todo forma parte de una filosofía de turismo y gastronomía sostenible.

La propuesta gastronómica se amplía a mediodía con un tapeo alpujarreño que hace las delicias de locales y visitantes. Platos sencillos y llenos de sabor como las papas a lo pobre, los caracoles en salsa y otras especialidades de la comarca se sirven en pequeñas raciones para que se puedan probar todas. Es una oportunidad ideal para saborear la cocina de la tierra en su máxima expresión, maridada con vinos locales y la hospitalidad natural de sus gentes.

Al mismo tiempo, la música comienza a llenar las plazas. Ya sea una banda local, un dúo acústico o un grupo de flamenco fusión, la música acompaña el ambiente sin robarle protagonismo a la conversación ni al paseo. El pueblo late al ritmo de los pasos pausados y de las charlas largas, de las risas compartidas y del descubrimiento constante. Juegos de bingo, actividades infantiles y puestos de artesanía complementan la jornada, creando una atmósfera que mezcla lo festivo con lo familiar.

Este día permite experimentar la Alpujarra desde una perspectiva más botánica, más gastronómica y también más introspectiva. Porque la Jornada de las Setas no solo despierta el apetito, sino también la curiosidad, el respeto por los ciclos naturales y la fascinación por los pequeños milagros que la tierra ofrece cuando se la mira con atención.

Día 3: Fiesta de Disfraces

Tras dos días dedicados a la tierra y sus frutos, el tercer día de las Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón ofrece una explosión de creatividad, color y alegría: la Fiesta de Disfraces. Es el momento en que el pueblo entero se entrega a la risa, la imaginación y el juego, cerrando el festival con una celebración en la que lo importante no es destacar, sino compartir.

Desde primera hora de la mañana, las calles del pueblo se llenan de niños correteando con capas, sombreros, alas o bigotes improvisados. Las familias ultiman los detalles de sus disfraces, algunos elaborados durante semanas, otros nacidos de un impulso espontáneo pero igualmente celebrados. Lo que une a todos es el entusiasmo: esa energía colectiva que transforma el pueblo en un escenario alegre, libre y lleno de sorpresas.

El desfile, uno de los momentos más esperados, recorre las calles principales entre aplausos, carcajadas y flashes de cámaras. Desde personajes clásicos del cine y la literatura hasta referencias al mundo rural y a la naturaleza local, cada disfraz cuenta una historia. Y como es tradición, el jurado —formado por vecinos— entrega premios en distintas categorías, pero siempre con el mismo espíritu: reconocer la originalidad, la participación y el sentido del humor.

Más allá del concurso, la jornada está pensada para el disfrute colectivo. Se organizan juegos tradicionales, talleres infantiles y actividades para todas las edades. El ambiente se vuelve festivo, casi carnavalesco, pero sin perder ese aire familiar y cercano que lo distingue de otras celebraciones. Es la expresión más lúdica del alma del pueblo, donde el sentido de comunidad florece con naturalidad.

La música vuelve a ocupar su lugar al caer la tarde, esta vez con un tono más vibrante. Actuaciones en vivo, DJ locales y ritmos para todos los gustos animan el Salón Cultural, que se convierte en el epicentro de una despedida alegre y espontánea. La pista se llena de disfraces danzantes, de generaciones mezcladas, de abrazos y brindis que celebran no solo el final de las jornadas, sino también el privilegio de haberlas vivido.

Porque si algo demuestra esta jornada es que la cultura también se expresa en el juego, en la capacidad de reírnos de nosotros mismos y en el arte de disfrutar juntos sin distinciones. Y así, con una sonrisa en el rostro y las castañas aún en la memoria, se cierran unas jornadas que no solo han sido una fiesta, sino una experiencia transformadora.

Castañas tostadas

Más que un evento: una experiencia para los sentidos

Lo que diferencia a las Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón no es solo su programa ni su entorno natural privilegiado, sino la forma en que logra activar todos los sentidos. El sonido del fuego en la tostonada. El aroma a tierra mojada en los senderos. El sabor de las setas recién preparadas. La textura de un bizcocho casero. La vista de un castaño centenario recortado contra el cielo azul del otoño.

Todo en esta celebración tiene intención y propósito. Nada es accesorio. Es una fiesta que, sin grandes fuegos artificiales, logra tocar fibras profundas. Y es también una muestra de cómo el turismo puede ser una herramienta de conservación, de transmisión cultural y de sostenibilidad. Aquí, cada gesto cuenta, cada producto tiene una historia, y cada visitante se convierte en parte de esa narrativa.

Castañas

Guía práctica para viajeros

Visitar las Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón es mucho más que asistir a un evento: es sumergirse en el corazón de la Alpujarra. Para quienes se animan a descubrir este rincón auténtico del sur andaluz, aquí va una guía con lo esencial para planificar el viaje sin contratiempos.

Cómo llegar

Desde Málaga, el trayecto en coche lleva aproximadamente dos horas y cuarto. La ruta más directa sigue la autovía A-7 hasta Motril, y desde allí se toma la A-348 hacia la Alpujarra, atravesando pueblos blancos y paisajes montañosos que ya anticipan lo que espera en destino. Es una carretera con encanto, que invita a conducir sin prisa, disfrutando de cada curva.

Desde Granada, el acceso es más rápido y directo: en unas 2 horas se llega a Mecina Bombarón por la A-44 y la A-348. Tras dejar atrás Lanjarón y Órgiva, el camino se adentra en la Alpujarra profunda, con vistas espectaculares y pueblos que salpican la sierra como joyas blancas entre el verde.

Para quienes no disponen de vehículo propio, hay opciones de transporte público desde Granada. Aunque requieren al menos un transbordo —generalmente en Órgiva o Ugíjar—, permiten llegar hasta localidades cercanas, desde donde se puede completar el trayecto en taxi. Se recomienda consultar los horarios con antelación y contactar con las oficinas de turismo locales para recibir apoyo personalizado.

Dónde dormir

Mecina Bombarón y sus alrededores ofrecen una excelente variedad de alojamientos rurales, ideales para vivir la experiencia desde dentro. Alojarse en una casa rural en Mecina Bombarón es la mejor manera de integrarse en el ritmo pausado del pueblo y despertar con vistas a los castañares.

También es posible encontrar encantadoras casas rurales en La Alpujarra, repartidas entre los pueblos cercanos de Yegen, El Golco o incluso más allá, en localidades como Bérchules o Trevélez. Algunas ofrecen desayuno casero, chimenea, acceso a rutas de senderismo o incluso pequeños spas rurales para quienes buscan una escapada completa de descanso.

Conviene reservar con antelación, especialmente en temporada alta como el otoño, cuando las jornadas atraen a numerosos visitantes en busca de autenticidad y tranquilidad.

Aparcamiento

Durante el festival, el acceso al centro del pueblo puede estar limitado para facilitar la celebración de las actividades. Aunque no siempre hay información actualizada en línea, lo más recomendable es contactar con el alojamiento reservado o directamente con el Ayuntamiento de Alpujarra de la Sierra. Por lo general, se habilitan zonas de aparcamiento señalizadas y se informa a los visitantes sobre los mejores horarios y accesos para evitar aglomeraciones.

Yegen

Más allá de la fiesta: descubre Alpujarra de la Sierra

Aunque el festival sea el motor que impulsa la visita, Mecina Bombarón no es un destino que se agote en tres días. Forma parte de Alpujarra de la Sierra, un municipio que reúne en su geografía otros tres núcleos igualmente encantadores: Yegen, El Golco y la aldea de Montenegro. Cada uno de ellos guarda su propio latido, su historia, su forma de entender la vida. Recorrerlos es como ir desgranando un relato colectivo tejido con paciencia, tierra y tiempo.

Quienes eligen alojarse en una casa rural en La Alpujarra tienen la oportunidad de experimentar el día a día de estos pueblos más allá del ritmo festivo. Pasear por las calles empedradas de Yegen, descubrir los antiguos lavaderos, o detenerse a conversar con un vecino que, con calma, comparte anécdotas sobre cómo era la vida cuando el agua llegaba en cántaros y el pan se cocía en horno de leña. En El Golco, el silencio se convierte en protagonista, y en Montenegro, la sensación de estar suspendido entre montañas ofrece una desconexión real, profunda, necesaria.

La naturaleza aquí no es un telón de fondo: es parte activa de la experiencia. Los senderos que conectan los pueblos son perfectos para quienes buscan caminar sin prisa, respirar aire limpio y sentirse parte de un paisaje que cambia a cada paso. Castañares, nogales, alamedas y antiguas acequias conviven con vistas abiertas a Sierra Nevada, creando un entorno ideal para quienes viajan con la mirada curiosa y el corazón dispuesto.

Y si bien la gastronomía brilla especialmente durante las jornadas, fuera de esas fechas también es posible disfrutarla en pequeños bares y restaurantes donde se sirven guisos caseros, embutidos artesanales y dulces tradicionales. Nada de prisas ni menús turísticos: aquí se cocina como se vive, con tiempo y con alma.

Alojarse en una casa rural en Mecina Bombarón o en cualquiera de sus pedanías es una forma de prolongar ese contacto íntimo con la Alpujarra. Al amanecer, el canto de los pájaros reemplaza al despertador. Al anochecer, el cielo limpio regala constelaciones. Es una forma de viajar que no busca tachar destinos de una lista, sino más bien habitar los lugares, aunque sea por unos días, como si siempre hubiésemos pertenecido a ellos.

Porque más allá de la fiesta, Alpujarra de la Sierra es un espacio para reconectar con lo esencial: la naturaleza, la historia viva, y esa hospitalidad serena que transforma al viajero en parte del paisaje.

Tinao en Mecina Bombarón

Conclusión: la cosecha más valiosa

Las Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón no son un simple festival, sino una declaración de principios. Son la prueba de que es posible celebrar sin banalizar, atraer visitantes sin perder el alma, y crecer sin olvidar las raíces.

Quien participa en esta fiesta no solo se lleva un puñado de castañas, una fotografía del paisaje o una receta nueva. Se lleva algo más profundo: la sensación de haber sido parte —aunque sea por un fin de semana— de una comunidad que honra su tierra, su historia y su futuro. Y, quizás, el deseo de regresar pronto… a esa casa rural en Mecina Bombarón donde el tiempo se detiene y el alma respira.

Puente en Mecina Bombarón

Dónde está Mecina Bombarón

Mecina Bombarón se esconde en el corazón de la Alpujarra granadina, abrazado por las laderas de Sierra Nevada y custodiado por castaños centenarios. Pertenece al municipio de Alpujarra de la Sierra, un conjunto de pueblos donde el tiempo se desliza sin prisa y la vida conserva el sabor de lo auténtico. A poco más de dos horas de Málaga, este rincón andaluz invita al viajero a perderse entre senderos de piedra, cielos despejados y tradiciones que aún laten con fuerza en cada celebración y en cada casa blanca que mira al valle.

Tras vivir la magia de las Jornadas de la Seta y la Castaña en Mecina Bombarón, el viajero descubre que Andalucía guarda muchas más celebraciones con alma. Ferias de productos locales, fiestas del vino, rutas florales o encuentros de música popular llenan el calendario rural de experiencias únicas. Cada estación ofrece un motivo para volver, y cada destino, una historia por contar. Alojarse en casas rurales en Andalucía es la forma más auténtica de seguir el viaje: entre campos de olivos, patios encalados y el silencio que solo se rompe con el canto de un mirlo.

Guía rápida (FAQ) de las Jornadas: fechas, actividades y consejos

Se celebran cada octubre en Mecina Bombarón y recuperan una tradición local que la comunidad reactivó oficialmente en 1986 para honrar la cosecha y compartirla con visitantes.

Día 1: Fiesta de la Castaña (desayuno popular, Ruta de los Castaños Milenarios, migas y gran tostonada con más de 300 kg de castañas, música y baile).
Día 2: Jornada de las Setas (degustaciones, tapeo alpujarreño, talleres y ambiente musical).
Día 3: Fiesta de Disfraces (desfile, concurso, juegos y cierre musical).

En coche: ~2 h 15 min desde Málaga (A-7 + A-348) y ~2 h desde Granada (A-44 + A-348). En transporte público hay combinaciones desde Granada (normalmente con transbordo en Órgiva o Ugíjar) y se puede completar en taxi.

Hay casas rurales tanto en Mecina Bombarón como en otros pueblos de la Alpujarra (Yegen, El Golco, Bérchules, Trevélez). En otoño la demanda sube, por lo que es recomendable reservar con tiempo.

Sí: cortar en lugar de arrancar, respetar el suelo y las especies no comestibles; las degustaciones se hacen con selección y asesoramiento de conocedores locales.

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